70. Trento, 450 años después

14 de Diciembre de 2013

En este año se cumple el 450 aniversario de la clausura del Concilio de Trento (1545-1563), considerado el acontecimiento más importante de la Iglesia Católico Romana de la era moderna. Un evento conmemorativo especial tuvo lugar en la ciudad de Trento con la presencia de una representación oficial del Papa Francisco.

TRENTO, EN POCAS PALABRAS
El Concilio de Trento fue la respuesta oficial de la Iglesia Católica a la Reforma Protestante del siglo XVI. Los puntos de la Reforma (sola gracia, sola fe, solo Cristo) fueron rechazados, a medida que eran afirmados por los Reformadores (principalmente Lutero), y refundidos en un marco sacramental que destacaba la contribución de las obras humanas y la mediación de los organismos de la iglesia.

En realidad, Trento declaró la incompatibilidad de la Reforma con lo que se había convertido entonces la doctrina oficial de la Iglesia de Roma y la renuencia de ésta en emprender un proceso para una radical revisión desde una perspectiva bíblica. Con el fin de conseguirlo, Trento solidificó la teología de los sacramentos, golpeando con una serie de “anatemas” a aquellos que sostuvieran las creencias protestantes. Trento intervino en el esclarecimiento de la posición romana (mediante decretos y cánones) y poniendo en marcha una cadena de cambios que impactarían la vida de la Iglesia.

Trento no fue un acontecimiento aislado. La fase post-Trento de la Iglesia estuvo marcada por una actitud firme y polémica, primero contra el protestantismo y después contra la modernidad. Si Trento era la reacción romana a la Reforma, el período de los dogmas marianos (1854: la inmaculada concepción de María; 1950: la ascensión corporal de María) y la infalibilidad papal (1870) fueron las respuestas a los desafíos ideológicos de la Modernidad.

LA HERENCIA DE TRENTO
Cinco siglos más tarde, la Iglesia Católico Romana ha adoptado definitivamente un “estilo” pastoral y eclesial diferente del de Trento, pero no lo ha cambiado sustancialmente, ni lo ha negado en su totalidad o en parte. No existe ningún punto del cual el Vaticano II se aleje de la enseñanza dogmática del Concilio de Trento. En el Vaticano II, Trento fue mantenido en un segundo plano pero permaneció dentro del marco del catolicismo romano. El “paradigma Tridentino” se puso, por así decirlo, en una perspectiva histórica, pero no se abandonó ni se olvidó. El Vaticano II ha metabolizado Trento pero de ninguna manera lo ha abandonado.

Con la “Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación” de 1999 entre la Iglesia Católico Romana y la Federación Luterana Mundial, Trento fue actualizado en su lenguaje y en su énfasis, pero quedó reiterado en su sustancia. Las dos posiciones fueron yuxtapuestas y se sostuvieron compatibles, funcionando, por tanto, con un esquema “y-y” que es la quintaesencia de la forma católico romana de desarrollar su sistema doctrinal. Los “anatemas” tridentinos se suprimieron para aquellos que sostienen las doctrinas de la Reforma si se reinterpretaban ecuménicamente, pero el núcleo teológico del catolicismo contemporáneo está impregnado todavía de su contenido tridentino: es la iglesia institucional la que media en la gracia de Dios a través de su sistema sacramental.La sola Gracia” fue y es todavía rechazada. Una clara indicación es el hecho de que no ha cambiado nada en áreas importantes como las indulgencias, el Purgatorio, las prerrogativas sacramentales de la Iglesia, el culto a los santos, etc.

EL PAPA FRANCISCO Y TRENTO
Con ocasión de la celebración oficial de Trento (1º Dic.) el Papa Francisco envió un emisario especial a Trento con una carta suya. En la misma dice que en este aniversario “incumbe a la Iglesia recordar con entusiasmo rápido y atento la doctrina más fecunda que emergió de este Concilio. Ciertamente no sin causa, la Iglesia ya ha concedido por mucho tiempo tanta atención a los Decretos y Cánones de dicho Concilio que han de ser recordados y observados”. “No hay duda”, continua la carta, “que con el Espíritu Santo que inspira y sugiere, concierne especialmente a los Padres no solamente guardar el sagrado depósito de la doctrina cristiana, sino también iluminar con mayor claridad a la humanidad”. El mismo Espíritu, según el Papa, ahora guía a la Iglesia “para restaurar y meditar sobre la más abundante doctrina de Trento”.

Citando a Benedicto XVI, Francisco termina la carta diciendo que (la Iglesia) “es un sujeto que crece y se desarrolla con el tiempo; no obstante, siempre sigue siendo la misma, el único sujeto del Pueblo de Dios perpetuamente en camino”.Es el Papa quien afirma la continuidad entre Trento y la Iglesia Católico Romana de hoy en día. No es una continuidad estática en cuanto que la Iglesia “se desarrolla” con el tiempo, pero es una continuidad en la cual la Iglesia cambia, si bien siempre permanece igual. ¡“y-y”, de nuevo!

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