39. Familia e indulgencias, última mezcla vaticana

 Se concederán indulgencias plenarias a los participantes en el Encuentro Mundial de las Familias en Milán.

03 DE JUNIO DE 2012

 El catolicismo romano es maestro en mezclar cosas diversas. Es la religión del “ambos-y” (en latín  et-et ). Uno de los significados de la palabra “católico” es ser lo suficientemente exhaustivo para contener diferentes elementos, incluso los que están en conflicto, en una síntesis superior que permita su coexistencia.

La última evidencia de la práctica concienzuda del “ambos-y” es el anuncio reciente de que  se concederán indulgencias plenarias a los participantes en el Encuentro Mundial de las Familias que está teniendo lugar en Milán  (Italia) del 30 de mayo al 3 de junio.

 ¿QUÉ ES UNA INDULGENCIA?
 La palabra indulgencia evoca un término y una práctica medievales que estuvo en el centro de las controversias doctrinales durante la Reforma Protestante del siglo XVI.

Puede sonar a vocablo anticuado, pero es, sin embargo,  una doctrina orgánica del catolicismo romano actual y una práctica en curso muy extendida . El último pronunciamiento autoritativo fue la bula de Pablo VI  Indulgentiarum Doctrina  (o sea, la Doctrina de las Indulgencias) que se promulgó en 1967, después del Concilio Vaticano II (1962-1965).

Las indulgencias se han otorgado a los fieles en muchos de los acontecimientos significativos (p.e. Años Santos, Jornadas Mundiales de la Juventud, y ahora en el encuentro Mundial de las Familias). Por tanto,  la doctrina de las indulgencias no es una reliquia de una religión medieval, sino una característica definitoria del catolicismo romano desde la Edad Media hasta ahora .

En la bula de Pablo VI se define una indulgencia como “una remisión delante de Dios de la pena temporal por los pecados cuya culpa ya ha sido perdonada”. La misma definición se repite, palabra por palabra, en el  Catecismo de la Iglesia Católica  (n. 1471).

La idea es que, mientras el castigo eterno es perdonado con el sacramento del bautismo, el castigo temporal se remite por una indulgencia otorgada por la Iglesia que aplica a los fieles penitentes “el tesoro de la satisfacción de Cristo y los santos”. La pena temporal puede tenerse en un período de la vida o en el purgatorio y  recibir una indulgencia significa básicamente acortar el tiempo en el purgatorio . La indulgencia, por lo tanto, no concede la salvación, pero elimina cualquiera de las partes (indulgencia parcial) o la totalidad (indulgencia plenaria) de la pena temporal.

La doctrina de la indulgencia, por consiguiente, representa una encrucijada donde varias ramificaciones de la teología católico romana se cruzan: las doctrinas del pecado, la gracia, la vida póstuma (el purgatorio), la comunión de los santos, el poder de las llaves, el tesoro de la Iglesia, etc., están todas involucradas.

Es una doctrina que es más que difícil de cuadrar con las normas bíblicas, a pesar de que es un componente importante que hay que comprender para captar las dinámicas católico romanas de la fe cristiana.

 2. SABOR AGRIDULCE
Lo que de nuevo agita el interés por las indulgencias es el reciente decreto de la Penitenciaría Apostólica (es decir, el tribunal vaticano responsable de las cuestiones relacionadas con el perdón de los pecados en la Iglesia Católica), que otorga indulgencias plenarias a los fieles que tomen parte en el Encuentro Mundial de las Familias en Milán. Se espera que asistan cientos de miles de personas a los diferentes acontecimientos. El mismo Papa estará allí para celebrar una misa al aire libre a la que acudirán un millón de personas.

 Para ganar una indulgencia plenaria en Milán debe cumplirse con tres condiciones: la confesión sacramental, la comunión Eucarística y rezar por las intenciones del Papa.

El Encuentro de las Familias es un importante evento cuyo objetivo es fomentar la institución de la familia como el principal recurso de la sociedad. Esta es una iniciativa bien acogida por todos aquellos que creen en el matrimonio entre un marido y una esposa que están abiertos a ser padres.  En unos tiempos en que toda la narrativa en torno a la palabra “familia” está sujeta a revisiones preocupantes, el Encuentro es una buena noticia para todos los cristianos creyentes en la Biblia. Sin embargo, este sabor dulce se vuelve amargo a causa de los innecesarios accesorios de prácticas no bíblicas, al menos desde un punto de vista no católico .

Sentimientos mezclados acompañan frecuentemente a los creyentes no católico romanos cuando se enfrentan con la realidad del catolicismo romano. Las impresiones positivas van de la mano con las percepciones desconcertantes.

Como los no católicos lidian con el sabor agridulce, vamos a llegar a un acuerdo con la “catolicidad romana”, es decir, su habilidad para mantener unidas diferentes cosas dentro de una amplia síntesis. Mientras el catolicismo romano está dispuesto a trabajar con gente de “buena voluntad” en varios asuntos, aporta siempre la totalidad de su visión y de su conjunto de medidas. No selecciona ningún aspecto a expensas de los demás; puede dar un énfasis temporal a alguno de ellos, pero siempre está preparado para relacionarlo con la totalidad porque un único elemento está invariablemente concebido como una parte del conjunto católico romano.

¿Qué tiene que ver la familia con las indulgencias? Nada para los cristianos no católicos. Mucho para los católico romanos. Está en juego una catolicidad diferente.

 Traducción: Rosa Gubianas

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39. What has the Family to do with Indulgences?

Roman Catholicism is a master at joining things together. It is the religion of the both-and (in Latin et-et). One of the meanings of the word “catholic” is to be comprehensive enough to hold different elements, even conflicting ones, in a superior synthesis that allows their co-existence. The last evidence of its thoroughgoing practice of the both-and is today’s announcement that plenary indulgences will be granted to the participants of the World Meeting of Families which will take place in Milan (Italy) from May 30th to June 3rd.

1. What is an Indulgence?

Indulgence evokes a medieval word and practice which was central in the doctrinal controversies during the XVI century Protestant Reformation. It may sound like an outdated word, but it is nevertheless an organic doctrine of present-day Roman Catholicism and is still an on-going and wide-spread practice. The last authoritative pronouncement was Paul VI’s bull Indulgentiarum Doctrina (i.e. The Doctrine of Indulgences) which was issued in 1967, after the Second Vatican Council (1962-1965). Indulgences have been granted to the faithful during many major events (e.g. Holy Years, World Youth Days, and now the World Meeting of Families). So the doctrine of indulgences is not a relic of a medieval religion, but a defining feature of Roman Catholicism from the Middle Ages up to now.

            In Paul VI’s bull an indulgence is defined as “a remission before God of the temporal punishment due to sins whose guilt has already been forgiven”. The same definition is repeated word for word in the Catechism of the Catholic Church (n. 1471). The idea is that while eternal punishment is remitted with the sacrament of baptism, temporal punishment is remitted by an indulgence granted by the Church that applies to the penitent faithful “the treasury of the satisfaction of Christ and the saints”. The temporal punishment can be borne in one’s own life-time or in purgatory and receiving an indulgence basically means shortening the time in purgatory. Indulgence, therefore, does not grant salvation, but removes either part (partial indulgence) or all (plenary indulgence) of the temporal punishment.

            The doctrine of indulgence therefore represents a crossroad where various strands of Roman Catholic theology intersect: the doctrines of sin, grace, afterlife (Purgatory), the communions of saints, the power of the keys, the treasury of the Church, etc. are all involved. It is a doctrine that is difficult to square with Biblical standards, yet it is an important component to understand in order to grasp the Roman Catholic dynamics of the Christian faith.

2. Bittersweet

What once again stirred interest in indulgences was the recent decree of the Apostolic Penintentiary (i.e. the Vatican tribunal dealing with issues relating to the forgiveness of sin in the Catholic Church) that granted plenary indulgences to those faithful who will take part at the Milan World Meeting of Families. Hundreds of thousands of people are expected to attend various events. The Pope himself will be there to celebrate an open air mass where one million people will attend. To gain a plenary indulgence in Milan, there are three conditions that must be fulfilled: sacramental confession, Eucharistic communion and praying for the intentions of the Pope.

            The Meeting of Families is an important event whose goal is to encourage the institution of the family as the primary resource for society. This is a welcome initiative by all those who believe in marriage between a husband and a wife who are open to become parents. In times where the whole narrative around the word “family” is subject to worrying revisions, the Meeting is good news for all Bible-believing Christians. Yet, the sweet taste of it turns bitter because of the unnecessary attachments of non-biblical practices, at least from a non-Catholic point of view. Mixed feelings often accompany the attitude of non-Roman Catholic people when confronted with the reality of Roman Catholicism. Positive impressions go hand in hand with puzzling perceptions.

            As non-Catholics grapple with the bittersweet taste, let’s come to terms with the “Roman catholicity” of Roman Catholicism, i.e. its ability to hold together different things into a wider synthesis. While Roman Catholicism is willing to work with people of “good-will” on various issues, it always brings the whole of its vision and package. It does not select one aspect at the expense of others. It may give a temporary emphasis to one, but is always willing to relate it to the whole because the single element is always conceived as being part of the Roman Catholic whole.

            What has the family to do with indulgences? Nothing for non-Catholic Christians. A whole lot for Roman Catholics. At stake is a different catholicity.

Leonardo De Chirico

leonardo.dechirico@ifeditalia.org

Rome, 28th May 2012

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