49. Roma y la unidad visible de los cristianos

¿Respalda Juan 17 el punto de vista católico romano de la unidad en todo el orbe?

24 DE DICIEMBRE DE 2012

 La oración sacerdotal del Señor Jesús en Juan 17 es reconocida unánimemente como uno de los textos fundamentales, por no decir el texto  por excelencia,  cuando se trata de la unidad de los cristianos.

En la misma nuestro Señor ora al Padre para que sus discípulos sean uno y el modelo de su unidad es la vida relacional de las personas de la Trinidad. Como el Padre y el Hijo son uno, así se ora para que la unidad de los cristianos sea “como” el Dios Trino es uno.

 El consenso se altera y finalmente se rompe cuando los diferentes grupos de cristianos explican detalladamente como debería ser esta unidad y como debería vivirse.

 Una de las polémicas gira en torno a la cuestión de si esta unidad debe ser “visible”.

Y no es el hecho de que la unidad de los cristianos debería ser visible lo que está en discusión.

 Es cuando se habla de la clase de “visibilidad” que es requerida por la oración del Señor donde los cristianos empiezan a discrepar.

En su discurso a los participantes a la Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (15 Noviembre 2012), el Papa Benedicto XVI se reafirmó en la idea fundamental católico romana acerca de la necesaria visibilidad de la unidad de los cristianos: “No debemos olvidar que el objetivo del ecumenismo es la unidad visible entre los cristianos divididos”.

 El Papa explicó más adelante que “es en la plena comunión en la fe, en los sacramentos y en el ministerio, que llegará a ser concretamente evidente el poder presente y activo de Dios en el mundo”.

La visibilidad es, por tanto, un triple logro mediante el cual hay unidad en la profesión de la fe, unidad en la celebración de los sacramentos y unidad en el reconocimiento del mismo orden ministerial.

 I.- JUAN 17 Y LA VISIÓN CATÓLICO ROMANA DE LA UNIDAD
 La misma convicción de Benedicto XVI fue defendida por el Cardenal Kurt Koch, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en una reciente conferencia pronunciada en la Pontifica Universidad Lateranense (11 Diciembre 2012) titulada “La Unidad: ¿Ilusión o promesa?”.

La conferencia fue un comentario erudito sobre Juan 17, que el Cardenal Koch dividió en seis partes. Según Juan 17, como lo leyó Koch, la unidad de los cristianos tiene seis dimensiones: la espiritual, la visible, la Trinitaria, la escatológica, la misionera y la martirológica (o sea, la unidad de los mártires cristianos).

Lo que interesa aquí es que Koch insistió en la dimensión visible de la unidad por la cual Jesús oró y que está arraigada en la vida Trinitaria. Puesto que la Iglesia es “el icono de la Trinidad”, así su unidad refleja la unidad de la Trinidad.

Koch subrayó el hecho de que la unidad de los cristianos no puede ser “invisible” sino que siempre debería reconocerse en la triple forma habitual: profesión de fe común, sacramentos comunes y ministerio común.

En otras palabras, para que la unidad sea una unidad Trinitaria es necesaria la Iglesia Católico romana, que ha guardado los sacramentos en su integridad y ha transmitido el ministerio en la adecuada sucesión apostólica.

 La visibilidad de la unidad Trinitaria requiere y exige la Iglesia institucional (católico romana), su jerarquía y su vida sacramental. Desde esta perspectiva, otras formas de unidad de los cristianos son imperfectas y parciales  debido a que carecen de los sacramentos y del ministerio (católico romanos). Según este parecer, la visibilidad de la unidad se conseguirá cuando las demás iglesias y comuniones eclesiales abracen no solamente la común profesión de fe, sino también los sacramentos y el sacerdocio católico romano.

¿Esta forma de entender la visibilidad de la unidad se deriva de la vida Trinitaria como se halla en Juan 17? Es difícil leer este capítulo y concluir que la referencia a la Trinidad como el modelo para la unidad de los cristianos se refiere a la jerarquía y al ministerio sacramental. Estos últimos parecen dimensiones añadidas que son quintaesenciales para el entendimiento de la unidad por parte de la Iglesia católico romana, pero es difícil remontarse a la vida Trinitaria  per se . [i]

 II.- UNA OPINIÓN MÁS BÍBLICA DE LA UNIDAD VISIBLE
 Mientras escuchaba al Cardenal Koch, me vino a la mente otra lectura de Juan 17 como base de la unidad de los cristianos. Recordé los sermones de 1962 sobre dicho pasaje por parte de Martyn Lloyd-Jones  (1899-1981) que posteriormente fueron publicados. [ii]

Los contenidos de Koch y Lloyd-Jones son muy diferentes, aunque la comparación es sugerente.

 De la oración sacerdotal de Jesús, Lloyd-Jones argumenta que la unidad abraza a aquellos que han sido dados a Jesús por el Padre porque han creído en El. En primer lugar, la unidad es la unidad de los que creen en Jesucristo (17:6-10), no la unidad de los bautizados como sugiere el punto de vista ecuménico.

Una persona puede estar bautizada y, sin embargo, no ser un creyente. La unidad de los cristianos se aplica a este último, no necesariamente al primero.

Según la interpretación de Lloyd-Jones de este pasaje,  la unidad de los cristianos comienza dentro y luego se elabora hacia el exterior. Es principalmente invisible e interna, aunque se manifieste de forma visible . El fundamento Trinitario habla de la profundidad y del alcance de esta unión, pero no revela ninguna ruta institucional en la que sea obligado expresarse.

 La interpretación del texto indica que ni una forma particular de sucesión apostólica ni ningún sistema sacramental o jerárquico puede derivarse de la Trinidad en sí misma como si fuera el modelo único, absoluto o perfecto de la unidad de los cristianos .

La unidad se basa en la verdad de la Palabra de Dios (17:16) y está dirigida a testificar al mundo (17:21).

 La visibilidad de la unidad, con lo importante que es, depende de la realidad espiritual , la cual es un reflejo de la vida Trinitaria y es, sobre todo, un don para los creyentes en Jesucristo a fin de que los demás también vengan a El.

 III.- EPÍLOGO Y CONCLUSIÓN
En un aparte, después de la conferencia del Cardenal Koch se hizo una oración para la unidad de los cristianos con una intercesión final a María y una canción titulada “María, tú eres muestra madre” que decía “…tú (María) eres nuestra abogada… Reina de la paz”.

Incluso en un evento ecuménico como éste no existió una apología común para las creencias profundamente sentidas por todos los que creen en Jesús.

 En definitiva, el ecumenismo católico romano no se dirige a reducir las demandas del catolicismo del Vaticano viajando a lo común de la fe en Jesucristo, sino que busca la forma de aplicar a todos los cristianos los principios y dogmas católico-romanos.


   [i]  El intento de leer de nuevo en la Trinidad una visión particular de la iglesia (y por consiguiente de su unidad visible) es muy extenso. En su libro  After our Likeness.  The Church as the Image of the Trinity  (Conforme a nuestra semejanza: la Iglesia como la imagen de la Trinidad) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1998) Miroslav Volf habla sobre el hecho de que Zizioulas, Ratzinger y él mismo reivindican que su respectiva eclesiología se deriva de la Trinidad.

   [ii]   The Basis of Christian Unity.  An Exposition of John 17 and Ephesians 4  (La base de la Unidad de los Cristianos: Una exposición de Juan 17 y Efesios 4) (London: Inter-Varsity Press, 1962).

49. How Visible Should Christian Unity Be?

John 17, Cardinal Kurt Koch and Martyn Lloyd-Jones in Trialogue

The priestly prayer of the Lord Jesus in John 17 is unanimously recognized as one of the foundational texts, if not the text par excellence, in dealing with Christian unity. There our Lord prays to the Father for His disciples to be one and the pattern of their unity is the relational life of the Trinity. As Father and Son are one, so Christians are prayed for so that their unity will be “as” the Triune God is one.

            The consensus is shaken and eventually broken when different Christians spell out what this unity should be and how it should be lived out. One of the contentious issues revolves around this unity being “visible”. The fact that Christian unity should be somewhat visible is not what is at stake. What kind of “visibility” is required by the Lord’s prayer is where Christians begin to disagree.

In his address to participants at the plenary Assembly of the Pontifical Council for Promoting Christian Unity (15th November 2012), Pope Benedict XVI restated the basic Roman Catholic idea concerning the necessary visibility of Christian unity: “We must not forget that the goal of ecumenism is the visible unity among divided Christians”. The Pope later explained that “it is in full communion in faith, in the sacraments and in the ministry, that will become concretely evident the present and active power of God in the world”. Visibility is therefore a threefold achievement whereby there is unity in the profession of the faith, unity in the celebration of the sacraments, and unity in the recognition of the same ministerial order.

1. Does John 17 Support the Fully Orbed Roman Catholic View of Unity?

The same conviction was argued for by Cardinal Kurt Koch, President of the Pontifical Council for Promoting Christian Unity, in a recent public lecture at the Pontifical Lateran University (11th December 2012) entitled “Unity: Illusion or Promise?”. The lecture was a learned commentary on John 17 which Cardinal Koch divided in six parts. According to John 17 as it was read by Koch, Christian unity has six dimensions: spiritual, visible, Trinitarian, eschatological, missional, and martyrological (i.e. the unity of Christian martyrs).

            What is of interest here is that Koch insisted on the visible dimension of the unity for which Jesus prayed and which he rooted in the Trinitarian life. Since the Church is “the icon of the Trinity” so her unity reflects the unity of the Trinity. Koch underlined the fact that Christian unity cannot be “invisible” but should always be recognizable in the usual threefold way: common profession of faith, common sacraments, common ministry. In other words, in order for unity to be Trinitarian unity you need the Roman Catholic Church that has kept the sacraments in their integrity and has transmitted the ministry in the proper apostolic succession. The visibility of the Trinitarian unity requires and demands the institutional (Roman Catholic) church, its hierarchy, and its sacramental life. In this view, other visible forms of Christian unity are imperfect and partial because they lack the (Roman Catholic) sacraments and ministry. According to this view, the visibility of unity will be achieved when other churches and ecclesial communions embrace not only the common profession of faith, but also the Roman Catholic sacraments and priesthood.

Does this understanding of the visibility of unity derive from Trinitarian life as it is found in John 17? It is hard to read this chapter and conclude that the reference to the Trinity as the pattern for Christian unity refers to a hierarchical and sacramental ministry. The latter seem added dimensions which are quintessential to the Roman Catholic understanding of unity, but are difficult to trace back to Trinitarian life per se.[1]

2. A More Biblically Realist View of Visible Unity?

As I was listening to Cardinal Koch, another reading of John 17 as the basis of Christian unity came to my mind. I recalled the 1962 sermons on the passage by Martyn Lloyd-Jones (1899-1981) which were later published.[2] The contexts between Koch and Lloyd-Jones are very different, yet the comparison is evocative. From Jesus’ priestly prayer, Lloyd-Jones argues that unity embraces those who are given to Jesus by the Father by believing in Him. First and foremost, unity is unity of those who are believers in Jesus Christ (17:6-10), not unity of the baptized as the ecumenical understanding would suggest. One can be baptized and yet not be a believer. Christian unity applies to the latter, not necessarily to the former.

            According to Lloyd-Jones’ reading of the passage, Christian unity starts within and then works outward. It is primarily unseen and internal, although it manifests itself visibly. The Trinitarian foundation speaks about the depth and scope of this union, but it does not spell out any given institutional path in which it is bound to express itself.

This interpretation of the text indicates that neither a particular form of apostolic succession nor a particular sacramental and hierarchical system can be derived from the Trinity itself as if it were the only or the absolute or the perfect pattern for Christian unity. Unity is based on the truth of the Word of God (17:16) and is aimed at witnessing to the world (17:21). The visibility of the unity, as important as it is, depends on the spiritual reality which is a reflection of the Trinitarian life and is above all a gift for the believers in Jesus Christ so that others too would come to Him.

As an aside, Cardinal Koch’s lecture was followed by a prayer for Christian unity with a final intercession to Mary and by a song entitled “Mary, You Are our Mother” which said “… you (Mary) are our Advocate … Queen of Peace”. Even in this ecumenical event, there was no apology for deeply felt convictions. Roman Catholic ecumenism is not about reducing the claims of Catholicism but is a way of implementing them.

Leonardo De Chirico

leonardo.dechirico@ifeditalia.org

Rome, 12th December 2012



[1] The attempt to read back in the Trinity a particular view of the church (and therefore of her visible unity) is widespread. In his book After Our Likeness. The Church as the Image of the Trinity (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1998) Miroslav Volf talks about the fact that Zizioulas, Ratzinger and himself claim that their respective ecclesiology derives from the Trinity.

[2] The Basis of Christian Unity. An Exposition of John 17 and Ephesians 4 (London: Inter-Varsity Press, 1962).

48. ‘La Infancia de Jesús’ según Benedicto XVI La conexión entre la fe y la historia.

Este libro es una interpretación sencilla y canónica de la historia de Jesús arraigada en el Antiguo y Nuevo Testamento. Quizás el mejor de la serie, con dos reservas.

10 DE DICIEMBRE DE 2012

 Un millón de copias publicadas en 29 idiomas y distribuidas en 79 países. Estas son las cifras sobre el último libro acerca de Jesús recientemente publicado por el Papa Benedicto XVI. El nuevo volumen cierra la serie que Ratzinger empezó a proyectar antes de su elección al papado, y que ahora llega finalmente a buen término, cuando tiene 85 años y preside un complejo estado, esto es, el Vaticano y la Iglesia Católico Romana (ICR) que, por supuesto, es una institución global.

Este ejemplar sigue al de 2007 que se refería a la historia de Jesús desde su bautismo hasta la Transfiguración y al de 2011 que trataba de su Pasión y de su Resurrección.

 El nuevo libro se centra en relatos de la infancia de Jesús , o sea, los 180 versículos que Mateo y Lucas escribieron para dar a conocer los acontecimientos que precedieron y siguieron al nacimiento de Jesús y hasta que tuvo doce años.

 1. HECHOS HISTÓRICOS INTERPRETADOS TEOLÓGICAMENTE
 Es importante comprender la preparación original de los libros de Ratzinger. ¿Por qué escribe sobre la vida de Jesús según los Evangelios?

 A finales del siglo XIX se escribieron diferentes “vidas” de Jesús en un intento de separar el “Jesús de la historia” del “Cristo de la fe” . La principal hipótesis era que la Cristología tenía poco, por no decir nada que ver con lo que realmente le sucedió a Jesús, lo cual iba más allá de la investigación histórica y pertenecía únicamente a la esfera de la fe.

 Los eruditos liberales argumentaban que no sabemos casi nada del Jesús histórico , a pesar de que tenemos una Cristología sumamente desarrollada que no está basada en los registros históricos de los hechos de la vida de Jesús, sino en la fe de las comunidades posteriores.

Por consiguiente, los Evangelios estaban considerados como crónicas impulsadas por lo que creían los primeros cristianos y no necesariamente por lo que realmente ocurrió. Estos puntos de vista eran y lo son todavía hoy en día ampliamente aceptados entre los estudiosos bíblicos católicos.

 Ratzinger escribe para reconducir todo este asunto y la forma en que lo lleva a cabo es a través de su propio esfuerzo al comentar los Evangelios. Su objetivo es afirmar la historicidad de base de las narraciones del Evangelio y, por tanto, la naturaleza histórica de la fe cristiana que está centrada en el Jesús histórico .

 Benedicto XVI argumenta que en los Evangelios la fe y la historia, la realidad y su interpretación teológica, la evidencia bíblica interna y la evidencia histórica externa están entrelazadas . Como consecuencia, el significado teológico de la vida de Jesús está basado en lo que en realidad ocurrió, no a expensas del mismo o incluso sin la interferencia de la historia.

De este modo, en el caso de “La Infancia de Jesús” nos enfrentamos a un relato fidedigno de lo que sucedió verdaderamente (incluyendo la estrella y los Magos), unido a una explicación teológica del nacimiento de Jesús, su Persona y su obra.

 2. ¿UN CAMBIO DE MENTALIDAD?
 Es interesante observar aquí un cambio en el énfasis. En el documento de 1993 sobre “La Interpretación de la Biblia en la Iglesia”, la Pontificia Comisión Bíblica (cuyo presidente era el mismo Ratzinger) se notaba la tendencia a pasar por alto la relación entre la fe y la historia en el texto bíblico . Se asumió que los métodos histórico-críticos eran solamente herramientas de estudio neutrales sin ninguna asunción preconcebida en lo que se refería a la fiabilidad histórica de la Biblia.

Históricamente, esto no es verdad. Los métodos histórico-críticos fueron las armas elegidas para tratar de desmantelar la credibilidad de la Palabra escrita de Dios. Por otra parte,  la realidad es que la mayoría de los eruditos académicos bíblicos católicos tienen opiniones escépticas acerca de la historicidad de la Escritura y llevan su escepticismo bajo el estandarte de los métodos histórico-críticos .

En 1993 Ratzinger parecía ser bastante ingenuo en cuanto a los peligros que comporta separar la fe de la historia y considerar la Biblia como un libro derivado de la fe pero no enraizado en la historia. Ahora parece que es más consciente del problema y desea proporcionar el ejemplo de una interpretación bíblica que toma seriamente la historicidad de la Biblia.

¿Incitarán sus libros sobre Jesús a abrir un debate en los círculos exegéticos católicos? ¿Replantearán la confianza en la confiabilidad histórica de la Biblia en el mundo académico católico y el público en general?

 3. UN ELOGIO Y UN PAR DE RESERVAS
 El libro de Ratzinger “La infancia de Jesús” no es una obra técnica de exégesis. Es más bien un comentario espiritual de los relatos de los Evangelios que hablan acerca de cómo el Hijo de Dios se convirtió en hombre . Son largas meditaciones siguiendo el orden sinóptico de los acontecimientos de la vida de Jesús, con algunas cuestiones y aplicaciones que pueden ser de utilidad para el lector contemporáneo.

El último libro es incluso mejor que el anterior, que representaba a Jesús como si fuera un predicador yendo de acá para allá y celebrando misas dondequiera que se encontrara. La lectura sacramental que hizo Ratzinger de los Evangelios influyó profundamente en su interpretación de la Pasión.

 Este libro es una interpretación sencilla y canónica de la historia de Jesús firmemente arraigada en el Antiguo Testamento y vinculada a las enseñanzas subsiguientes del Nuevo Testamento. Es, quizás, el mejor de la serie, con dos reservas .

 Al comentar sobre el hecho de que diversos detalles de “La Infancia de Jesús” tienen su origen en las narraciones que contó María (quien fue el único testimonio presente), el Papa también deduce que las otras tradiciones marianas, que no se encuentran en el Nuevo Testamento, se derivan de la misma fuente . Por tanto, la pregunta es: ¿por qué Lucas o Mateo no las añadieron a sus Evangelios? Y lo que es más importante, ¿por qué el Espíritu Santo no inspiró a los evangelistas para incluirlas en los textos canónicos?  Lo que está en la Escritura y se ha convertido en Escritura es un conjunto que tiene un estatus muy diferente al de las demás tradiciones, para las que se reclama el mismo origen .

 La otra perplejidad tiene que ver con el comentario de Ratzinger sobre Lucas 2:7: “Dio a luz a su hijo primogénito”. Aquí el Papa dedica un par de páginas argumentando que la referencia a que Jesús es el “primogénito” no significa que María tuviera otros hijos .

De hecho, afirma la virginidad perpetua de María. Pero, ¿es esto realmente lo que este texto dice o sugiere? ¿No es la más reciente doctrina católico romana de la virginidad perpetua de María un avance que está basado más en las elaboraciones marianas que en lo que dicen los Evangelios?

 Traducción: Rosa Gubianas

48. The Link Between Faith and History. The Infancy Narratives according to Benedict XVI

One million copies published in 29 languages and distributed in 73 countries. These are the row figures on the last book about Jesus recently published by Pope Benedict XVI. The new volume ends the series that Ratzinger began projecting before his election to the papacy, and now it finally comes to fruition, when he is 85 years old and presides over a complex state, i.e. the Vatican, and the Roman Catholic Church, which of course is a global institution.

            The new volume follows the 2007 one that touched on the story of Jesus from his baptism to the Transfiguration, and the 2011 one which dealt with the Passion and the Resurrection. The new book focuses on the Infancy Narratives, i.e. the 180 verses that Matthew and Luke wrote to publicize the events preceding and following Jesus’ birth up to when he was twelve years old.

1. Historical Facts Theologically Interpreted

It is important to appreciate the background of Ratzinger’s books. Why is he writing on the life of Jesus according to the Gospels? In the late XIX century, different “lives” of Jesus were written in the attempt to separate the “Jesus of history” from the “Christ of faith”. The main assumption was that Christology had little if nothing to do with what really happened to Jesus, which is something that went beyond historical research and belonged to the realm of faith only. Liberal scholars argued that we know nearly nothing of the historical Jesus, yet we have a highly developed Christology that is not based on the historical records of the facts of Jesus’ life, but on the faith of subsequent communities. Therefore, the Gospels were considered as accounts driven by what the first Christians believed, not necessarily by what really happened. These views were and are still widely accepted among Catholic Biblical scholarship.

            Ratzinger writes to readdress this whole issue. The way he does it is through his own effort to comment on the Gospels. His goal is to affirm the basic historicity of the Gospel accounts and therefore the historical nature of the Christian faith which is centered on the historical Jesus. Benedict XVI argues that, in the Gospels, faith and history, facts and their theological interpretation, internal Biblical evidence and external historical evidence are intertwined. Yet, the theological significance of Jesus’ life is based on what really happened, not at the expense of it or even not interfering with history. So, in the case of the Infancy Narratives, we are confronted with a reliable account of what really happened (including the star and the Magi), coupled with a theological explanation of the birth of Jesus, His Person and work.

2. A Change of Mind?

It is interesting to note a shift of emphasis here. In the 1993 document on “The Interpretation of the Bible in the Church”, the Pontifical Biblical Commission (whose chairman was Raztinger himself) tended to overlook the relationship between faith and history in the Biblical text. It assumed that the historical-critical methods were just neutral scholarly tools without any pre-conceived assumption as far as the historical reliability of the Bible was concerned.

            Historically, this is not true. Historical-critical methods were the chosen weapons to try to dismantle the trustworthiness of the Written Word of God. Moreover, the reality is that most Catholic academic Biblical scholars do have skeptical views about the historicity of Scripture and carry their skepticism under the banner of the historical-critical methods.

            In 1993 Ratzinger seemed to be rather naive about the dangers of separating faith from history and of considering the Bible a book stemming from faith but not rooted in history. Now he seems to be more aware of the issues and wants to provide an example of Biblical interpretation that takes the historicity of the Bible seriously. Will his books of Jesus stir a debate in Catholic exegetical circles? Will they readdress the confidence in the historical reliability of the Bible in Catholic academia and the wider public?

3. A Commendation and a Couple of Reservations

Ratzinger’s book on the Infancy Narratives is not a technical piece of exegesis. It is rather a spiritual commentary on the Gospel narratives which speak about how the Son of God became a man. They are long meditations following the synoptic order of events of Jesus’ life, with some questions and applications for the contemporary reader.

            The final book is even better than the previous one. The latter portrayed Jesus as if he were a priest going around celebrating Masses everywhere he turned. Ratzinger’s sacramental reading of the Gospels heavily influenced his interpretation of the Passion. This book is a more straightforward and canonical reading of Jesus’ story firmly rooted in the OT and linked to subsequent NT teachings. It is perhaps the best of the series, with two reservations.

            Commenting on the fact that various details of the Infancy Narratives originated in the accounts given by Mary herself (who was the only witness present), the Pope also infers that other Marian traditions which are not found in the NT derive from the same source. The issue, then, is: why didn’t Luke or Matthew add them to their Gospels? More fundamentally, why didn’t the Holy Spirit inspire the Evangelists to insert them in the canonical texts? What is in Scripture and has become Scripture has an all together different status than other traditions claiming the same origin.

            The other perplexity has to do with Ratzinger’s comment on Luke 2:7: “She gave birth to her firstborn”. Here the Pope spends a couple of pages arguing that the reference to Jesus being the “firstborn” does not imply that Mary had other children. In fact, he affirms the perpetual virginity of Mary. But is this really what the text here is saying or suggesting? Is the later Roman Catholic doctrine of Mary’s perpetual virginity not a development that is based more on Marian elaborations rather than on what the Gospels say?

Leonardo De Chirico

leonardo.dechirico@ifeditalia.org

Rome, 30th November 2012

47. Nueva Evangelización: lo nuevo y lo antiguo Las proposiciones del Sínodo católico

 Las proposiciones tienen poco o nada que decir sobre las responsabilidades de la Iglesia en la erosión de las prácticas cristianas en Occidente.

18 DE NOVIEMBRE DE 2012

 El Sínodo para la Nueva Evangelización puede considerarse como “un padre de familia que de lo que tiene guardado saca cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13:52). La explicación de Jesús de la parábola de la red es un punto de partida útil para ponerse de acuerdo con lo que sucedió en el Sínodo que acaba de terminar (7-28 Octubre 2012).

Después de varias semanas de intensas discusiones, el acto final fue la redacción de una lista de 58 proposiciones (o sea, puntos dignos de atención) que se presentaron al Papa para su consideración en la futura promulgación de un documento papal (Exhortación Apostólica) que formará parte del Magisterio de la Iglesia.

 El perfil de la Nueva Evangelización (NE) se está haciendo cada vez más claro, al menos sobre el papel, mientras queda por ver los resultados prácticos que se obtendrán de la misma .

 Los logros del Sínodo, según se refleja en estas proposiciones, son una mezcla de cosas nuevas y viejas que exigen discernimiento para no concentrarse únicamente en unos pocos elementos seleccionados .

 1. LA OBERTURA TRINITARIA Y EL FINAL MARIANO
“La Iglesia y su misión evangelizadora tienen su origen y fuente en la Santísima Trinidad según el plan del Padre, la obra del Hijo, que culminó en su muerte y gloriosa Resurrección y la misión del espíritu Santo. La Iglesia continua esta misión del amor de Dios en nuestro mundo” (n. 4).  No puede haber fundamento bíblico más claro para la NE, si bien la manera en que la ICR continuará la misión de Dios no se explica. ¿Es a través de la prolongación de la encarnación del Hijo y, por lo tanto de haber recibido sus cargos profético (autoridad magisterial), sacerdotal (sistema sacramental) y real (estructura jerárquica?

 No obstante, éste es sólo un lado de la moneda. Como es práctica habitual en los documentos católicos, el pensamiento final se dirige a María .

La apertura trinitaria es únicamente introductoria, pero no es concluyente para la NE. Es parte de un cuadro más amplio que no está completo a menos que la dimensión mariológica pase al primer plano.

 Esto es lo que dice el Sínodo en la última proposición: “Como Madre y como Reina ella es un símbolo de esperanza para los pueblos que sufren y los que padecen necesidad. Hoy, ella es la ‘Misionera’ que nos auxiliará en las dificultades de nuestro tiempo y con su cercanía abrirá a la fe los corazones de los hombres y las mujeres. Fijamos nuestra mirada en María. Ella nos ayudará a proclamar el mensaje de salvación a todos los hombres y mujeres, a fin de que también ellos lleguen a ser agentes de la Evangelización. María es la Madre de la Iglesia y a través de su presencia la Iglesia puede convertirse en un hogar para muchos y en madre de todos los pueblos” (n. 58).

Por una parte existe un marco trinitario de acogida para la misión, a pesar de que por la otra parte también encontramos la reintegración de una exhaustiva visión mariana para la NE.

 2. ÉNFASIS EN ESTUDIO DE LAS ESCRITURAS Y CRECIMIENTO DE LA PIEDAD POPULAR
 Otro elemento alentador de las proposiciones es el acento dado al papel de la Biblia. “En el contexto de la NE cada oportunidad para el estudio de la Sagrada Escritura debe ser aprovechada. La Escritura debe impregnar las homilías, la catequesis y todos los esfuerzos que se hagan para transmitir la fe” (n.11).

 Esta apertura reitera la actitud del Vaticano II con respecto a la Biblia, aunque el Sínodo posteriormente deja claro que “ El Catecismo de la Iglesia Católica  y su  Compendio  son, por encima de todo, un recurso para la enseñanza de la fe y un apoyo para los adultos de la Iglesia en su misión evangelizadora y catequizadora” (n. 29). Por tanto, según el Sínodo, las Escrituras tienen que leerse siempre a la luz del  Catecismo .

 Lo que es más llamativo, sin embargo, es el estímulo paralelo a las variadas formas de piedad popular sin sugerir la necesidad de ser corregidas por la Escritura.“La piedad popular es el verdadero lugar para encontrar a Cristo, y también para expresar la fe del pueblo cristiano a la Bienaventurada Virgen María y a los Santos. La NE reconoce el valor de estas experiencias de fe y las alienta como formas de crecer en las virtudes cristianas… La piedad popular es una oportunidad especialmente prometedora para la conversión y el crecimiento de la fe” (n. 39). De este modo la NE se implementa con el estudio de la Biblia y las devociones populares. Es difícil de entender como pueden reconciliarse las dos aparte de la dialéctica católica entre lo nuevo y lo antiguo.

 3. IMPORTANCIA DE LA CONVERSIÓN DENTRO DEL SISTEMA SACRAMENTAL DE LA IGLESIA
 El Sínodo se acerca mucho a un cierto lenguaje “evangélico” cuando habla de la conversión . “La ‘primera proclamación’ (es decir, un anuncio explícito de salvación) es donde el  kerigma , el mensaje de salvación del misterio pascual de Jesucristo, es proclamado con gran poder espiritual hasta el punto de provocar el arrepentimiento de los pecados, la conversión de los corazones y una decisión de fe” (n. 9). Este es un lenguaje sencillo que cualquier evangelista usaría en su predicación (aparte de la referencia al “misterio pascual” que es la forma típica católico romana de combinar y fusionar el sacrificio de la cruz y el sacrificio de la Eucaristía).

 No obstante, la conversión se ve como un paso dentro del sendero sacramental más amplio de una persona. No es la transición de estar perdido a ser salvo, sino un avance hacia la plenitud de una gracia ya otorgada por y mediante el sistema sacramental de “la” Iglesia (n. 4,33,35,37). Esto no quiere decir que la conversión tenga que ser enfrentada a los sacramentos, sino que el significado católico romano de la conversión tiene mucho más peso eclesiológico y más matices que simplemente el volverse a Cristo y ser salvo sólo por su gracia.

 4. UN TONO AUTOALENTADOR CON POCA AUTOCRÍTICA
 El tono general de las proposiciones y el mensaje final del Sínodo va dirigido a proporcionar una imagen de una Iglesia viva y animada que responde a los retos de las tendencias secularizadoras de Occidente mediante el lanzamiento de la NE y llamando a los bautizados que se han extraviado a volver de nuevo a la Iglesia .

 Las proposiciones tienen poco o nada que decir sobre las responsabilidades de la Iglesia en la erosión de las prácticas cristianas en Occidente y la falta de credibilidad que las instituciones cristianas consiguen en la opinión pública. Hay sólo un ejemplo en el que “los escándalos que afectan a la vida y al ministerio sacerdotal” se mencionan (n. 49), pero eso es todo.

 El mensaje general es que mucha gente deja la Iglesia a causa de los horribles efectos de la secularización . Parece que la Iglesia tenga poco de que arrepentirse de las prácticas del pasado y mucho de que alabarse a sí misma por sus actividades continuas. Vamos a ver si el Papa Ratzinger va a ser más audaz que lo que son las proposiciones en reconocer los fallos de la Iglesia, especialmente en Occidente.

Una lectura selectiva de las proposiciones puede sugerir que el Sínodo claramente ha empujado a la Iglesia Católico Romana a una disposición de ánimo más “evangélica”. Sin embargo, una lectura más amplia y cuidadosa indica que la “nueva” que se presenta va siempre acompañada de la “antigua” que permanece.

 Traducción: Rosa Gubianas