83. Lo que Francisco piensa realmente de la Reforma (y de Calvino en particular)

28 DE JUNIO DE 2014

Cordial y elogioso. Deseando siempre subrayar los aspectos comunes y dejar de lado las diferencias. Esta ha sido la imagen popular del Papa Francisco en sus relaciones con los no católicos, hasta ahora.

Muchos están impresionados por su estilo complaciente que con frecuencia busca influir en los demás. Esta puede que haya sido la norma, pero ahora hay una excepción y muy significativa. La reciente reedición de una conferencia perteneciente a la historia de los jesuitas, que el Arzobispo Bergoglio dio en Argentina en 1985, indica la clase de severa evaluación que dio de la Reforma Protestante en general y de Juan Calvino en particular. Esta conferencia se publicó de nuevo en España en 2013 y después se tradujo al italiano en forma de libro ( Chi sono i gesuiti  [Quienes son los jesuitas], Bologna: EMI, 2014). Puesto que no hay ninguna indicación de que haya cambiado su mentalidad, tenemos que considerar el contenido del libro una exacta reflexión de lo que Francisco todavía piensa de la Reforma Protestante.

El protestantismo es la raíz de todos los males

Al examinar la historia de los jesuitas Bergoglio presta una atención especial a sus interacciones con la Reforma y a su papel en las misiones latinoamericanas. Según él, las consecuencias inevitables de la Reforma son la aniquilación del hombre en su ansiedad (dando como resultado el ateismo existencial) y un salto en la oscuridad por una especie de superman (conforme a lo previsto por Nietzsche). Ambos resultados conducen a “la muerte de Dios” y a una clase de “paganismo” que se manifiesta como el nazismo y el marxismo. ¡Todo esto surge a partir de la “posición de Lutero”! Bergoglio argumenta que la Reforma es la raíz de todas las tragedias del Occidente moderno, desde la secularización a la muerte de Dios, desde los regímenes totalitarios a los suicidios ideológicos.

Nada hay nuevo bajo el sol. Este punto de vista despectivo y atroz de la Reforma ha sido la lectura común de la historia moderna europea debido a las puntuaciones dadas por los polemistas católicos de la Contrarreforma hasta décadas recientes. Bergoglio no lo ha inventado. Más bien lo reafirma como si una más exhaustiva investigación histórica y análisis culturales y teológicos no hubieran nunca tenido lugar después del Concilio de Trento. ¿Qué podemos hacer con sus tonos amistosos hacia los protestantes si él realmente cree que tiene que culparse a la “posición Luterana” por todos los males de la civilización occidental?

Juan Calvino el ejecutor espiritual

Todavía hay más. Bergoglio hace una distinción entre Martín Lutero el “hereje” y Juan Calvino el “hereje” y “cismático”. La herejía Luterana es “una buena idea nacida insensata”, pero Calvino es todavía peor porque desgarró al hombre, a la sociedad y a la iglesia; puesto que para el hombre, el Calvino de Bergoglio escindió la razón del corazón, produciendo así la “miseria calvinista”. En la sociedad, Calvino enfrentó la burguesía contra las otras clases trabajadores, convirtiéndose de esta forma en “el padre del liberalismo”. No obstante, el peor cisma sucedió en la iglesia. Allí Calvino “descabezó al pueblo de Dios de su unión con el Padre”. Dejó al pueblo de Dios sin sus santos patrones. También lo descabezó de la misa, es decir, la mediación de Cristo “realmente presente”. En resumen, ¡Calvino fue un ejecutor que destruyó al hombre, envenenó a la sociedad y arruinó a la iglesia!

Decir que a Bergoglio no le gusta Calvino es una atenuación. Experimenta fuertes sentimientos contra él. Pero, ¿estamos seguros de que entiende a Calvino más allá de los clichés anticuados y totalmente sesgados? El año 2017 será el 500º aniversario de la Reforma Protestante y Francisco tendrá una oportunidad para volver a los libros de historia más recientes y obtener una imagen más justa y precisa de lo que ocurrió desde el siglo XVI en adelante. Si no revisa su evaluación de la Reforma todo el lenguaje “ecuménico” será una máscara superficial que oculta un verdadero odio a Lutero y (especialmente) a Calvino.

 

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