69. Evangelii Gaudium según Francisco

14 de Diciembre de 2013

Cinco capítulos, 288 párrafos y más de 220 páginas. Todo esto se convierte en la Carta Apostólica del Papa Francisco titulada  El Gozo del Evangelio (Evangelii Gaudium) , el segundo documento magisterial de su Pontificado (el anterior es la encíclica  La Luz de la Fe) .

No obstante, es el primero que sale íntegramente de su propia pluma y originalmente fue escrito en español. En 2010 Benedicto XVI lanzó la idea de la “nueva evangelización” y en 2012 convocó un Sínodo de Obispos para debatir la misma. Ahora tenemos la interpretación de Francisco de la nueva evangelización en una declaración autoritativa que es también un compendio para interpretar la mayor parte de lo que el Papa ha dicho y hecho hasta la fecha. A continuación seleccionamos algunos de los aspectos más destacados.

CONVERSIÓN MISIONERA
Si bien  Evangelii Gaudium  llega un año después del Sínodo, que es citado 27 veces, todo el enfoque del tema depende más del documento latinoamericano de Aparecida que del primero. Más que de la “nueva evangelización” a este Papa le encanta hablar de la “misión”. La primera intenta llegar a los católicos no practicantes; la última es un estilo de toda la iglesia que va en todas direcciones. La primera es particularmente relevante para el Occidente cada vez más secularizado, mientras que la última es una agenda “católica” para el mundo.

Según el Papa, “la proyección misionera es paradigmática de toda la actividad de la iglesia” (15). La evangelización es una parte de la misión y no a la inversa. Aquí nos enfrentamos a una declaración programática del Papado: la Iglesia no puede permitirse permanecer en una modalidad de “simple mantenimiento”: necesita estar en un “estado permanente de misión” (25), expandiéndose, estando siempre comprometida en la participación de los demás y centrada constantemente en llegar a ellos.

El cultivo del mantenimiento y las actitudes autorreferenciales son los enemigos “internos” contra los que Francisco está dispuesto a luchar. La visión del Papa Francisco se dirige hacia el exterior y la “misión” (sea lo que sea lo que signifique) está en el centro de la misma. Su iglesia no estará a la defensiva, sino que se dedicará de manera proactiva a la promoción de su visión.

¿LA CONVERSIÓN DEL PAPADO?
Cuando llama a los demás a cambiar, el Papa también es consciente de la necesidad del Papado a convertirse. A veces, algunas “estructuras eclesiales” pueden llegar a convertirse en una carga y deberían, por consiguiente, abrirse a la transformación (26). En un enérgico pasaje, va tan lejos como para decir que está dispuesto a ver una “conversión del papado” (32). Para aquellos que se preguntan que significa esta expresión, esta conversión no implica una deconstrucción de la actitud dogmática del Papado, ni el cuestionamiento radical de las afirmaciones papales sobre el ministerio petrino. Esta frase tiene que ver más con la manera como funciona la burocracia vaticana que con la esencia doctrinal del Papado.

El documento, de hecho, habla de “descentralización” (16) enfrente de la “excesiva centralización” (32) o del papel cada vez más creciente de las Conferencias Episcopales (32). No hay ningún síntoma de conversión “real” del Papado en el sentido bíblico. El cambio que se prevé está en la esfera de la gobernabilidad interna de la iglesia.

MÁS GOZO QUE EVANGELIO
La palabra “gozo” se repite 59 veces y es el hilo conductor del documento. El Papa quiere dar un sabor gozoso a la misión. El Evangelio también forma parte del título pero tiene un rol menor en el mismo. El “corazón” del Evangelio está resumido de esta forma: “la belleza del amor salvador de Dios se hizo manifiesta en Jesucristo quien murió y resucitó de entre los muertos” (36).

En esta definición aparentemente evangélica del Evangelio falta algo: mientras que las Buenas nuevas de Dios, desde el punto de vista objetivo, están correctamente relacionadas con la narrativa de Jesucristo, la parte subjetiva de las mismas (o sea, el arrepentimiento de los propios pecados y la fe personal) se omite. La tragedia de estar perdido sin Jesucristo también se ha minimizado.

Por este motivo, en ninguna parte del documento se cita a los incrédulos no arrepentidos llamados a arrepentirse y creer en Jesucristo. Los cristianos no católicos ya están unidos en el bautismo (244), los judíos no necesitan convertirse (247) y con los musulmanes el camino es “el diálogo” porque “junto con nosotros ellos adoran al único y misericordioso Dios” (252, una cita de  Lumen Gentium 16).  Los otros no cristianos también son “justificados por la gracia de Dios” y están asociados al “misterio pascual de Jesucristo” (254).

El Evangelio no parece ser un mensaje de salvación del juicio de Dios, sino el acceso a unas medidas más completas para una salvación que ya se le da a toda la humanidad. Sin embargo, según Francisco, la misión es la voluntad gozosa de extender la plenitud de la gracia al mundo que ya está bajo la gracia.

CATOLICISMO ROMANO EN FORMA DE PÍLDORA
El documento proporciona interesantes comentarios hechos por el Papa cuando predica (“homilías” en el lenguaje católico, 135-159): una consideración especial para los pobres (186-216) y el “poder evangelizador de la piedad popular” (122-126), es decir, las variadas formas de los cultos a los santos y a María. Lo que es aún más notable, no obstante, es la sección en la cual Francisco se refiere a varios slogans que marcan la forma en que la cosmovisión católico romana despliega la tarea misionera. Estos son sólo dos de ellos:

-“La unidad prevalece sobre el conflicto”(226-230). El Papa alienta a los católicos a encontrar caminos en los cuales “los conflictos, las tensiones y las oposiciones puedan lograr una unidad diversificada que engendra nueva vida” (228). Este propósito “tiene lugar en un plano superior y conserva lo que es válido y útil para ambos lados” (idem). La “diversidad reconciliada” (230) es el tradicional enfoque  “y-y”  que hace una síntesis de puntos de vista y de creencias opuestos, sosteniéndolos en un equilibrio “católico”.

-“El todo es mayor que las partes”(234-237). El Papa aquí anima a los católicos a ver el panorama general de las cosas. “El todo es más que la parte, pero también es mayor que la mera suma de ellas” (235). Este “principio de totalidad” (237) recuerda otro aspecto distintivo de la visión católico romana en que la Iglesia es “un signo y un instrumento tanto de una estrecha unión con Dios como de la unidad de todo el género humano”  (Lumen Gentium 1).

Debemos formular una última pregunta: ¿No será la misión concebida por Francisco una tentativa de la Iglesia Católico Romana para aumentar su catolicidad y ampliar así su razón de ser el signo final de la unidad para toda la humanidad?

Share Button